miércoles, 16 de febrero de 2011

PERSONALISMO FATAL

ACTO DE CONTRICIÓN



Me gusta reírme de mí mismo. Me encanta que piensen que soy un rufián. Me divierte que me odien y que me envidien, en ese orden o al revés: da lo mismo. Esa es mi careta en la vida y también [y sobre todo] aquí, en mi blog. Ni yo mismo sé si la disfruto tanto como digo, pero soy así: burlón, cachaciento, irónico y honesto hasta la brutalidad, y contra eso no puedo hacer nada. No me culpen. Si Dios existe, él es el único culpable. A mí solo me toca ser como quiso él [y felizmente no soy Osama Bin Laden].

Eso, al menos, dice mi taxista, que es cristiano y jura que todos tenemos una misión. A mí, la verdad, sus palabras me dan náuseas. Una arcada sacude mi garganta mientras, cauteloso, me pongo los audífonos de mi iPod y le doy play a una canción de Cake. El taxista no deja de hablar, pero ya solo lo veo gesticular. No pienso escucharlo, ni loco, pero debo confesar que sí pienso en algunas variables: si su Dios lo controla todo, absolutamente todo, ¿será tan idiota como para dejar pasar tantas guerras, odios y amarguras?

Mi Dios por lo menos es superior. No sé quién es, pero estoy seguro de que no es ningún incapaz y que no me creó para que le rinda pleitesía, sino para que viva plenamente y decida solo si quiero o no matar a los demás. Por eso escucho Cake [I will survive] y no el alarmista programa de Monseñor Cipriani que pasan a esta hora y que tanto me hace recordar a La tremenda corte. ¡A la reja! Y por eso, también, me quedo callado y no le digo nada al taxista, no vaya a ser que saque la pistola de 45 milímetros que tiene debajo de su asiento y haga gala de sus fundamentalismos con mi muerte.

Se preguntarán ustedes adónde voy con tanta cháchara. Pues bien, paso a explicarles. Ya se imaginarán lo que pienso del taxista. Y sí, creo que es un pobre diablo, y no me extrañaría que reprima a su familia y le pegue a su mujer. ¡Pero no se lo digo! Uno no anda por la vida diciéndole a la gente lo que piensa de ella. ¡No, eso no funciona y, si tú no lo has probado, pues yo sí! Entonces, para dejar de meterme en líos, abrí este blog: Son puras mentiras es el único lugar donde puedo decir todo lo que pienso y no digo en la vida real. Aquí vomito un poco y hay algunos a los que les ha empezado a gustar regodearse conmigo en el charco que queda allí, en el piso, al lado de mi cama, luego de escribir.

Eso es lo divertido: que abro la boca y la gente se ríe o me insulta. ¿Y eso está bien? Pues sí, porque desde aquí no veo lo feos que son ni pienso: ¿Por qué carajo no te quitas ese pelo de la nariz? ¿Cómo es que tienes la cara tan grasosa: te levantas por la mañana y te untas mantequilla? ¿Sabes que la depilación existe desde mediados del siglo XVIII y que le ha hecho un gran bien a la humanidad? ¿Por qué no te callas? Todo eso y más es lo que no digo ni debo decirle a nadie, porque está claro que "el hombre es un ser social", como decía Hobbes [y ustedes dirán a mí que me importa, y yo les diré a mi tampoco, pero de que uno no puede vivir solo, no puede vivir solo], y yo ya me cansé de ir por la vida ganándome enemistades gratuitas.

Porque si te van a odiar, que lo hagan con razón: porque te envidian, porque te tienen celos, porque les robaste a su mujer, porque dijiste lo que piensas y defendiste tus ideas sin que te importe lo que digan los demás. Por lo que sea que valga la pena. Si la cosa es así, pues, bien: tu envidia es mi progreso. ¿No les quedó claro? Miren: si yo me pongo al centro y digo lo asqueroso, vendido, carente de ética, inhumano y mercenario que soy, nadie tiene porqué quejarse. Pero... ay de mí cuando empiezo a hablar de los demás. Me das un nombre cualquiera y soy capaz de exprimirlo como a un limón con pepa, y desde la cáscara, para que el jugo me salga agrio. Eso hice con Günter y Jess y, claro, se me pasó la mano.

Porque no solo me burlé de ellos [lo que quizá podría ser mi derecho de televidente procaz], sino que, además, lo hice inventándome una historia que nunca sucedió. Por eso borré los post, por un principio fundamental: ¿quién diablos me creo para hacerlo? ¿Quién me dio el derecho a basurearlos, tratarlos de cualquier cosa, reírme descaradamente de ellos con una historia de ficción? Porque sí, señores, y para los que no entendieron: ¡La maldición Günter fue una ficción! ¡Sí, una FICCIÓN! ¿Acaso era tan difícil de comprender? Nadie se burló del buen Günter ni nada por el estilo. Nadie repitió la bendita frase "Llegó el verano dos mil ocho cho-cho-chó". Ni Jess ni nadie. Y uno no puede salir y jugar a ser Dios e inventarle la vida a la gente. No al menos en un blog, aunque su título sea Son puras mentiras.

Como colofón, me declaro en huelga de hambre. Porque no pretendo ser el bufón de nadie ni andar por la vida tirando barro con ventilador. Si quieren un bufón así, prendan su televisor en la noche y vean Magaly TV, que ahí sobran. Aquí, a partir de ahora, solo se van a reír de mí.

...

FUENTE: http://blogs.peru21.pe/sonpurasmentiras/2010/05/acto-de-contricion.html
ESCRITO POR DAVID REYES

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