jueves, 18 de noviembre de 2010

TRATADO DE AMOR

Estuve pensando (de vez en cuando es bueno) acerca las relaciones amorosas y he escuchado tantas, pero tantas cosas lindas acerca de eso que, harto de lo mismo, me decidí por escribir todo lo contrario. Aunque en otros posts me referí al tema, esta vez será más directo.

Dicen que no hay nada más lindo que callar a la persona que más quieres con un beso; que no hay mejor despertar que aquel con el timbre de tu celular anunciando su nombre con un mensajito estúpido como: “levántate (nótese a continuación el posesivo) mi dormilón, hoy será un día lindo”; que no hay mejor manera de vencer el orgullo que dejarla ganar algunas batallas aún sabiendo que no tiene la razón; que no hay mejor recompensa que su sonrisa… Todo eso es la parte bonita de una relación, pero ¿qué hay del clásico “confío en ti pero no en ella” o el “debemos hablar” o el preferido de varios: “yo creo que debemos darnos un tiempo”?

Por más ilusiones que uno se haga siempre pasan cosas que lo hacen a uno pensar, algunas superables, otras no. Entre las que yo percibo como las más desfavorables en una relación (de enamorados o de gente que quiere estar) van las siguientes:

TENGO CELOS
Dicen que existen en cada persona de este mundo, en diferentes proporciones obviamente. Existen personas que son más caletas que otras y hay otros bastante trastornados. Ojo: me tomé la libertad de clasificarlos, pero los papeles hombre-mujer pueden invertirse. Escenario: conversación de messenger

CELOSO PSIQUIATRICO:
Tú (20:26): Sí, llegué tarde a la u porque me encontré con “Emilia” una amiga, ¿Te acuerdas que te conté que no la veía hace tiempo?
Ella: (20:27): Pucha, una llamada aunque sea ¿no?
Tú (20:27): Oye pero no habíamos quedado ni nada.
Ella (20:28): Sí pues, pero tú sabías que yo iba a estar ahí, perdón, es que pensé que de repente me querías ver pero anda con tu amiga nomás
Tú (20:29): Pero por qué tanta cosa…
Ella (20:30): Sabes qué, me voy, cuando madures y definas tus prioridades hablamos…

CELOSO RESENTIDO (nótese la hora):
Tú (20:26): Sí, llegué tarde a la u porque me encontré con “Emilia” una amiga, ¿te acuerdas que te conté que no la veía hace tiempo?
Ella (20:27): Ah, sí, sí me dijiste
Tú (20:27): Sí pues, me dijo para ir a tomar algo o para reunirnos un día.
Ella (20:32): Ah, mira tú…
Tú (20:32): Seee, fácil que salimos el otro martes, ¿estás ocupada?
Ella (20:36): ¿Por?
Tú (20:37): Porque te demoras en responder…
Ella (20:42): Ah, oye me quito, bye! (ni el cuídate ni el “tkm”)

CELOSO CALETA
Tú (20:26): Sí, llegué tarde a la u porque me encontré con “Emilia” una amiga, ¿te acuerdas que te conté que no la veía hace tiempo?
Ella (20:27): Ah… sí, qué loco
Tú (20:27): Sí pues, me dijo para ir a tomar algo o para reunirnos un día.
Ella (20:28): Je, je, je… bieeeeeeeeeeen ahí…
Tú (20:29): No, nada, tú bien sabes que mi corazón late por otra persona
Me he dado cuenta que cuando uno está celoso busca mantener un cierto “control” sobre la otra persona, desde sacarle en cara descaradamente algo o simplemente molestándolo con la persona que inspira tus celos para que te reafirme lo que siente por ti. De cualquier modo, llega un momento en que eso va asfixiando a la otra persona hasta que todo se va a la m....

HAY QUE DARNOS UN TIEMPO:
Tengo la firme creencia de que eso de “darnos un tiempo” es la peor cochinada que puede existir en este mundo con respecto a una relación. O sea, ¿qué rayos es “darse un tiempo”?, ¿pasar unos días haciendo de cuenta que no estás con la persona que sí estás, porque esa persona necesita “pensar”?, ¡Si quiere pensar que se encierre en su cuarto y piense por tres días seguidos!

Yo no sé si alguien crea lo contrario pero en mi opinión, cuando una persona dice “quiero que nos demos un tiempo” en realidad está diciendo “quiero mandarte bien lejos pero no tengo el valor, finjamos estar separados un tiempo para darnos cuenta que estamos mejor solos” o “quiero terminar contigo, pero sin que me hagas mucho escándalo” o “me gusta otra persona y quiero sondear a ver si le gusto, pero si no te tengo a ti pues”.

ESTOY TRISTE, HAZME CASO
Casi siempre se trata de hacerse la víctima y hacer que la otra persona sienta cosas que en verdad no siente. A ver chicas, por ejemplo, ¿no han tenido un mejor amigo que las ha seguido hasta los mil infiernos y cuando ustedes se fijan en otro pata, él está ahí todo tonto poniendo nicks de canciones tristes cada vez que entras, y cuando tú le preguntas qué le pasa te habla de una chica “inexistente” (él sabe que tú sabes que eres esa chica) que le partió el corazón pero que él la sigue amando y lo hará por siempre porque el siempre estará ahí para ella porque aparte de gustarle ella es su amiga?

Obviamente te vas a sentir mal porque él es tu amigo y como buena amiga no quieres que nadie le haga daño, incluyéndote, pero lo que sientes es PENA. En algunos momentos puede parecer que te encariñes con él y confundas eso con cariño (o amor, como lo quieran llamar), pero en realidad solo le tienes pena y él lo sabe bien, solo que usa ese recurso para tenerte cerca. Tal vez lo hace inconscientemente o tal vez adrede (lo que lo hace ser más triste aún).

Me he dado cuenta que me extendí bastante con esto de “las patologías del amor a los 18” y me faltan muchos, pero muchos puntos más, así que he decidido que esta será la primera entrega de este tema. Sugieran algunas otras cosas negativas de las relaciones y las relaciones amorosas.

lunes, 15 de noviembre de 2010

¿ALGO MAS QUE AMIGOS?

Desde ya les lanzo la advertencia de que este post no habla de un caso que solo le pasa a la gente de 18 años (como casi todos los posts). Quise escribir acerca de algo que nos pasa a casi todos los chicos sin importar la edad, pero desde la perspectiva de un tipo de 18 (o sea yo).

El punto es el siguiente: tienes una amiga a la que adoras, es la amiga a la que le cuentas tus tristezas y alegrías, la conoces hace un buen tiempo, confías en ella y ella en ti, hay un cariño del tamaño del sol entre ustedes… y de pronto pasa por tu mente la siguiente pregunta: ¿deberíamos ser algo más que amigos?


Sucede que cada vez que la ves pasan un montón de tiempo juntos, se divierten harto y tus demás amigos ya se dieron cuenta de eso, entonces comienzan a molestarte. El típico “te veo bien” es dicho a diario y el “oye ya pues, ¿te gusta no?” se hace pan de cada día, entonces, tu pequeña mente, que ya se había planteado esta pregunta antes (sin admitirlo) comienza a preguntarse con más fuerza: ¿será que me gusta? Usualmente se pasa por 2 etapas hasta este momento:

- Etapa de negación: Explicas hasta el cansancio que es tu amiga y que por eso la quieres un montón y fuera de eso no pasa nada porque tu respetas la amistad y todo el floro que puedas meter para que te dejen de molestar.
- Etapa de negación con aceptación interna: Sigues con el mismo floro de la etapa anterior pero sin embargo aquí ya estás admitiendo para ti mismo que sí te gusta. Esta etapa usualmente termina teniendo como respuesta a las preguntas (de si te gusta o no) un no sé.

¿Pero cuál sería el problema de que tu amiga te guste? De plano, ninguno. Sería la mujer perfecta, habría confianza, conocería tus defectos pero (siempre hay un pero, qué fastidio)… a los 18 ya tienes una clasificación y ves a cada chica de distinto modo, es así que tu amiga es aquella a la que jamás le harías daño y no dejarías que esté con algún imbécil que le pueda romper el corazón, pero sabes muy internamente que tú podrías ser ese imbécil. Entonces haces tu balance de los pro y los contra de que pase algo entre tu amiga y tú. Desde mi visión va más o menos así.

A favor:
-La confianza es la base de toda relación (por lo menos eso dicen), así que si surge un problema podrían resolverlo y evitarían por ejemplo los celos sin sentido.
-Tu amiga no sería tan maldita de romperte el corazón, si se da cuenta que quieres algo con ella te mandaría señales para que no te lances y así te salvaría.
- Si estás con tu amiga sabrías qué cosas son las que le molestan y así te ahorrarías un montón de problemas.

En contra:
-Ya que te conoce bastante bien porque le has confiado tu vida, sabe tus errores, tus andadas y lo perro que podrías haber llegado a ser. Posiblemente esto le pueda dar miedo.
-Si por alguna razón te dice que no, la amistad se vería (por lo menos) un poco dañada.
-Si están y las cosas van mal dile adiós a tu linda amistad

De cualquier forma, sean 3 o mil las razones a favor o en contra, es aquí que surge la pregunta. ¿Qué hacer? Obviamente no tengo la menor idea, pero estoy casi seguro de que los días y semanas que uno se pasa pensando la respuesta, al final se reducen al segundo en que la miras a los ojos y en un impulso tomas tu decisión.

P.d.: “No es que me pase a mí…”

Véase en: http://blogs.elcomercio.pe/tengo18/2009/07/algo-mas-que-amigos.html

domingo, 14 de noviembre de 2010

VAIVENES EN EL "AMOR"

Últimamente ando bastante tranquilo y estable emocionalmente, pero a mi alrededor hay personas que eso de “llorar por amor” es lo que les ha regalado este frío otoño…

Desde ya me disculpo por volver a escribir de (des)amor pero es algo tan recurrente que no importa a dónde mire, siempre está ahí…

Volviendo al tema que hoy me interesa, me puse a pensar en qué tan útil, bueno, sincero y provechoso es eso de llorar por otra persona a la que supuestamente quieres demasiado (para no decir “amas”).

Bueno, para empezar a analizar este tipo de cuestiones creo que es preciso que de nuestro campo experimental saquemos a aquellos sujetos “llorones”, sí, sí, me refiero a las chicas que lloran porque hablaste con otra, o a los patas que se resienten porque su enamorada no lo llamó en dos días, esos casos patológicos dejémoslos de lado… tratemos de quedarnos con personas técnicamente “normales” o por lo menos racionales.

Ahora nos ocupa saber qué hay que hacer para que una persona racional (pero enamorada) llore por su amad@. Partiendo de que el enamorado piensa que su enamorada lo quiere tanto (o más) como él a ella (o al revés), creo que es perfectamente razonable que el romperle esa ilusión lo destroce por dentro y haga ver en sus ojos lágrimas. En palabras más simples todo se resume en hacer que una persona que te quiere y piensa que lo quieres se dé cuenta de que no es así, no importa si hay dolo o imprudencia, las consecuencias son las mismas…

Con lo anterior se entiende que para que una persona “llore por amor” se necesitan tres cosas:

1.- Un agente capaz (sujeto pasivo de la acción).- Un tipo completamente enamorado. Esto implica que él crea fehacientemente que la otra persona siente lo mismo y que le corresponde.

2.- Sujeto activo de la acción.- Alguien que (sin querer) queriendo, aseste el golpe fatal contra el primer sujeto. La mayoría de veces este papel lo ocupa la otra persona de la relación y otras simplemente algún buena amiga (chismosa).

3.- Suceso desencadenante.- Es aquel hecho causado por el sujeto activo, que hace que el sujeto pasivo sienta romperse su frágil corazón y llore sintiendo que el mundo se acaba y que no vale la pena vivir.

Creo que el tercer elemento es el más interesante y a la vez el más complicado por la variedad de situaciones en las que se puede presentar. Evidentemente no puedo hacer un catálogo de todos los hechos que pueden hacer llorar a una persona pero sí describiré algunos que me parecen buenos para lo antedicho.

1.- Sacada de vuelta.- Es una de las clásicas. Se dice que es uno de los peores hechos que le pueden suceder a alguien. A mí personalmente alguna señorita me traicionó de ese modo cuando supuestamente nos estábamos dando un tiempo (a su pedido). Claro que luego me pidió disculpas, me dijo que me amaba (hizo un mal uso de esa palabra) y quiso que yo vuelva con ella: ¡NI CAGANDO! De hecho que me sentí pésimo, más que por el hecho en sí, por haber sido tan tarado de haber invertido tiempo, cariño y pensamientos en una persona que sinceramente no lo merecía… No lloré pero lo mal que me sentí creo que era suficiente, aunque de eso ya mucho tiempo ha pasado…

2.- ¡Se terminó!.- Decía Calamaro que todo lo que termina, termina mal, definitivamente tenía razón. Nunca he oído de nadie que haya terminado con una conversación más o menos así:

A: Pucha, ¿te has dado cuenta que no funciona?

B: Sí, creo que mejor lo dejamos ahí y todo bien ¿no?

A: Sí, yo creo que así es mejor…

B: Ya pues, que chévere, estamos hablando…

No, nunca he oído eso y creo que es porque cuando una relación se va destruyendo (por cualquier motivo) siempre hay una de las dos personas que quiere seguir a flote mientras el otro (tal vez más inteligente o más frío) decide que no vale la pena, entonces termina y el primero sufre mucho.

3.- “No quiero hacerte sufrir”.- Muchas veces esta frase es usada con diplomacia y hasta hipocresía, pero las veces que se usa con responsabilidad y de verdad, creo que obtiene un carácter sumamente razonable… Supuestamente estás con una persona porque ambos se sienten bien estando juntos. Ahora, si no se sienten bien juntos, ¿por qué carajos seguir hiriéndose? Si a buena hora uno de los dos se dio cuenta de que hería mucho al otro y por ese motivo decide apartarse ¿por qué no dejarlo? A veces somos tan obstinados de que no nos damos cuenta, la otra persona no quiere aceptar la realidad y tal vez ambos no quieren hacerlo, lloran, se sienten mal y “vuelven a intentarlo” por 124ava vez. De eso nada más resulta más daño para ambos y seguir volviéndose dependiente el uno del otro…

4.- Espérame.- ¿Cuál es el problema que tiene la gente con respecto a pensar rápido? Conozco un montón de gente que ha tenido que pasar “las de Caín” porque al tarado (o tarada) de su pareja se le cruzaron los cables y simplemente anda confundid@, entonces pide un dichoso tiempo para pensar… ¿tiene dos neuronas que tiene que pensar días de días? Esa espera hace sentir malísimo, andar a la expectativa de qué podrá pasar es una de las peores cosas…

Pues hay remedios muy obvios para no llorar por estas situaciones, remedios que tenemos a la vista pero que casi nunca queremos tomar….

1.- ¿Te sacó la vuelta? Sé feliz, total, ¿para qué estar con un alguien que no sabe cuánto vales?

2.- ¿Te cortaron? No hagas más largo lo inevitable, una relación es de dos personas, si una no quiere nada más, TODO se pudrió, así que mejor así.

3.- Si no quieren hacerte sufrir, tienes suerte de que se haya dado cuenta antes de seguir haciéndolo así que aprovecha la oferta.

4.- No esperes, vive tu vida, no pierdas un segundo.

Son consejos que te los da todo el mundo, se los das tú mismo a tus amigos, pero nunca, NUNCA te los dices tú mismo, y peor aún, ni aun escuchándolos les haces caso…

Por otro lado, al estar con alguien se corren riesgos y como el gran Silvio dice “la cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes, los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan ahí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar”.

Sean felices…

viernes, 12 de noviembre de 2010

LA VIDA UNIVERSITARIA

Ya que últimamente me he dedicado bastante al estudio se me hizo interesante hablar sobre los profesores y alumnos universitarios.

Sucede que hay una diferencia abismal entre los profesores del colegio o la pre y los de la universidad. Estos últimos llegan a parecerte extremadamente despiadados con sus malditas lecturas y sus controles semanales, pero para la tranquilidad de los estudiantes siempre hay profes, por decirlo suavemente, no muy fregados.

Cuando ingresé, a diferencia de otras facultades, yo tenía que armar mis propios horarios, por ende, debía escoger a mis profesores. De alguna manera esa es un arma de doble filo: por un lado tienes libertad de entrar con el profesor y el horario que se te acomode más, lo malo es que al ser nuevo no conoces a los profesores y al final tu horario termina hasta las patas. Cuando te pasan este tipo de cosas (meterte con profesores malos o tener horarios jodidos, tienes una especie de “segunda (y hasta tercera) oportunidad”, algo que llaman “rectificación de matrícula”, es decir, te puedes cambiar con el profesor que desees en el horario que te parezca mejor. Usualmente la gente usa este mecanismo (que tiene fechas fijas) por razones como:

- El profesor es malísimo: Aceptémoslo, profesores malos hay en todos lados, y a veces por no conocer terminamos en la clase de un tipo del que verdaderamente no podemos aprender nada.
- El profesor es muy exigente: Aunque cueste aceptarlo, cuando un profesor deja demasiadas lecturas, califica bajo y simplemente deseas asegurar tu nota, buscas a otro.
- Necesitas un curso “huevo”: Pasa que cuando te metes con los profesores más exigentes (evidentemente para aprender más) necesitas dedicarle más tiempo a estos cursos. Al no tenerlo, debes buscarlo en cursos con profesores fáciles.
- Estás jalado en la mayoría de notas de un curso: Aunque parezca medio injusto (para los demás), cuando te rectificas la mayoría de profesores no toma en cuenta las notas del anterior profesor.

De cualquier modo, si todos tuviéramos la oportunidad de arreglar nuestros errores ¿por qué no lo haríamos? Y es que, como ya dije antes, profesores hay de todo tipo y en todos lados se encuentran. Me quiero aventurar a clasificarlos desde mi punto de vista:

Profesores malos
Usemos este término no como exigente, sino como un profesor que en realidad es malo enseñando. Estos profesores son esos que te hacen ir a sus cátedras y se aparecen una hora y media más tarde o mandan a su asistente a que te floree un rato. Estos profesores también son conocidos por su fama de “hueveros” (como vulgar y usualmente son llamados), son los que no hacen clase y justamente por eso estás en su clase, son profesores con los que justamente sabes que tu poco –a veces hasta inexistente-- esfuerzo te va a dar frutos.

Profesores regulares
Son esos que tú eres consciente que no son los mejores pero que tampoco son tan fáciles, mejor dicho, son los profesores con los que puedes aprender. No te mandarás muchas amanecidas pero saldrás aprendiendo algo.

Profesores buenos
Son esos profesores que enseñan como en 20 universidades, tienen libros y después de una de sus clases sales supermotivado o sintiéndote muy… muy pequeño.


Y ya que hablé de los profesores y hasta los clasifiqué, haré lo mismo con nosotros los alumnos:

Desde el punto de vista político

Los políticos
Son los alumnos que toman una posición política y reconocidamente son “pintados” por todos los demás; me refiero a los clásicos rojos y amarillos que siempre están en constantes conflictos, los primeros usualmente encabezan las luchas sociales y los otros son considerados los reaccionarios, que están a favor del sistema y aman a Estados Unidos.

Los apolíticos
Son los que decidieron no participar en política, ellos dicen haber ido a estudiar a la universidad (lo que es lógico) mientras el otro grupo les increpa que son indiferentes, aunque eso usualmente los tiene sin cuidado. Solo suelen manifestarse cuando hay tomas y perjudican sus clases, entonces “saltan” y se pintan de amarillo.

Desde el punto de vista académico
Los chancones
Son los que usualmente encuentras en las bibliotecas o enclaustrados en sus casas leyendo todo el día, con los ojos rojos y hablando rápido de tanto que repasan. Obviamente tienen la mayoría de cursos con los profesores buenos, los únicos cursos “huevos” que tienen son aquellos que sacrifican para aprender más de los otros.

Los que tienen “vida”
Se sacan buenas notas pero son más normales, estudian para los controles, parciales y demás pruebas, tienen mucha vida social en la universidad y tienen un balance entre profesores buenos, malos y regulares.

Los perdidos
Son de los que cuando los ves usualmente te preguntas cómo rayos entraron a la universidad. Casi nunca están en la biblioteca y por lo general pululan con más gente por los alrededores de los salones (cuando tienen clase). Hay ocasiones en que un “perdido” en realidad pertenece a la clasificación anterior pero a simple vista la gente piensa que es un reverendísimo flojo.

Dentro de los perdidos usualmente están:
- Los peloteros: por lo general la gente se lleva la impresión de que no estudian.
- Los timberos: paran jugando póquer afuera de las facultades, es más o menos razonable que la gente piense que están perdidos.
- Los juergueros: los ubicas en los huecos y de noche en los parques y en verbenas. Están en cualquier lugar donde haya alcohol y/o baile.
- Las calabazas: son chicas muy simpáticas que usualmente nadie sabe cuál es el sentido de su vida (son pocas).
- Los obligados: son aquellos que estudian una carrera que no quieren y están ahí por culpa de sus viejos.

Más o menos esa es mi visión de los personajes universitarios, tomando como universo mi facultad… supongo que no difiere mucho del resto de facultades y universidades…^^

http://blogs.elcomercio.pe/tengo18/2009/08/alumnos-y-profesores.html

MAL DE AMORES -

Me acordaba de la canción de Pedro Suárez Vértiz cuando decía “la vida es como un caballo, un caballo salvaje que uno debe aprender a montar, llega un momento en que ya, ya no te bota más”. Comprendo y comparto la comparación del caballo, pero no estoy muy seguro de que algún día lo aprenda a montar y ya no me bote más.

Cuando cumplí 18 años (2008) se me pasó por la cabeza la ilusa idea de que ahora, siendo una persona mayor, dejaría de hacerme líos por cosas vanas y comenzaría a pensar más centrada y maduramente. Pese a mis intenciones, mi estabilidad emocional una vez más se vio turbada por problemas sentimentales.

Me acuerdo que desde la primera enamorada que tuve, o mejor dicho, desde la primera chica que me gustó, siempre fui complicado. Las cosas comenzaban bien pero siempre llegaba un punto en el cual las cosas parecían perder su dirección. De todos modos estoy seguro de que fui madurando a lo largo de mis cortos años con respecto a mis relaciones amorosas, y eso me hizo pensar que iba a conseguir cierta estabilidad ahora, con mis 18 años y los conocimientos adquiridos en el camino. Lastimosamente mi poca experiencia no abarca el cómo lidiar con una relación y la vida universitaria.

Pasa que he escuchado innumerables veces eso de “la universidad es dura, consume tiempo, etcétera”, pero nunca le presté atención a esto. El primer año me pareció cómodo y podía “tener vida”; el segundo año comenzó parecido y poco a poco fue afectando mi vida sentimental, comencé a estudiar inglés, para variar, dentro de San Marcos, por una cuestión de ahorro de tiempo, dinero y flexibilidad de horarios. Mi fatídico nuevo horario universitario me iba obligando poco a poco a estar prácticamente (y sin exagerar) todo el día en la ciudad universitaria. Incluso un día mi vieja me dijo: “oye, pensé que te habías mudado, no te veo hace dos días”. Lastimosamente los comentarios iban adquiriendo más peso, tenía que leer, terminaba cansado, los cursos ya no eran generales y básicos, me sentía frustrado porque mis notas no eran aquellas que deberían ser. Lastimosamente esto también afectaba mi relación sentimental.

Llegaba el punto en que tenía que pensar qué iba a pasar en adelante y fue así como una vez más me encontré afectado anímicamente por asuntos sentimentales, y por si fuera poco, me dio una gripe malísima y tampoco podía concentrarme. Las cosas fueron cayendo por su propio peso y me di cuenta que en el momento en el que estoy ahora era necesario primar el plano académico.

Algunos me dijeron que era una decisión madura. Otros opinaron que yo era un imbécil. Como sea, siempre tuve la máxima de “si vas a hacer algo, hazlo bien”, y en pro de esa premisa en la que creo con todas mis fuerzas es que elegí relegar mis sentimientos a un segundo plano. Los 18 años y mi cartón celeste, que por cierto no tengo idea donde está, no ayudan en este tipo de cuestiones. No puedes evitar sentirte triste, llegar a la universidad con la cara que denota que has dormido pésimo y escuchar preguntas como ¿qué pasó? o ¿ por qué estás así?, ó mil diferentes consejos y puntos de vista que las personas que se preocupan por ti te tratan de dar (y que de verdad agradezco).

En esos momentos mi edad disminuyó 10 años, perdido y sin saber a dónde mirar. Para mi fortuna hubo personas que me ayudaron a volver a mi rumbo, personas que ni creí que se preocuparían por mí ya que en realidad no me conocían demasiado, pero que tuvieron detalles bastante relevantes. Una persona me regaló un chocolate diciéndome que liberaría endorfinas, que eran “hormonas de la felicidad”; y otra me escuchó durante horas y así entre cada cosa descubrí que no seguía perdido. Después de todo esto me doy cuenta de que la psicóloga tenía razón cuando decía: “tienes un déficit de inteligencia emocional”. Pero lastimosamente eso no viene en el paquete de regalos de los dichosos 18 años.

Mientras escribía esto escuchaba una canción de los Enanitos Verdes bastante particular, porque la canta el guitarrista Felipe Stainti. Es un tema digno de cantarse ebrio.

http://blogs.elcomercio.pe/tengo18/2009/06/novia-o-estudios-una-decision.html